Cien años separan la obra de Amedeo Modigliani y Jaume Plensa. Aún así comparten un rasgo de estilo.
Palabras clave: modigliani, jaume plensa, vanguardia, naturalismo, lirico, primitivismo, escultura.
Amedeo Modigliani es uno de esos artistas cuya vida bohemia ha ocupado más renglones que el
análisis de su obra. Se dedicó a la pintura, y en menor medida a la escultura. Murió con treintaicinco años
en Paris, a principios de 1920. Su estilo bebe de todos los mimbres de las vanguardias de su tiempo: la
representación desproporcionada del cuerpo humano, los colores saturados del fauvismo, Cezanne, el
primitivismo en general y en especial el arte africano… Aún así logra crear un estilo fácilmente reconocible donde destaca el expresionismo del rostro alargado más allá de lo natural y los ojos sin pupila, cubiertos por un color plano.
A la izquierda «Retrato de una joven» (1910).
En el centro «Cabeza» (1911-1912).
A la derecha detalle del cuadro “Madame Zborowska” (1918).
Los recursos de los creadores reaparecen en otros, y por eso sorprende encontrar la cara alargada,
un siglo después, en un artista tan diferente como el barcelonés Jaume Plensa. Plensa es sobre todo
escultor, ha sido escenógrafo de La Fura dels Baus, ha diseñado fuentes tan rompedoras como “Crown
fountain” de Chicago, ha convertido las letras en material escultórico, y algunas de sus obras entran de
lleno en el arte conceptual.
A pesar de todos estos grandes logros, la serie de obras que lo da a conocer entre el gran público
mundial son las esculturas monumentales que representan cabezas de mujeres con los ojos cerrados.
Cumplen en su trayectoria el mismo papel que las arañas en la de Louise Bourgeois. En ambos casos, las
nuevas esculturas son figurativas y se quedan a un paso del realismo. En las arañas la separación se debe a la estética expresionista. En las cabezas de Plensa lo hace el notable alargamiento de la cabeza y el cuello. Es imposible no acordarse del artista italiano.
A la izquierda “Julia” (2018) , Plaza de Colón en Madrid.
En el centro “Chloe” (2016) , Museo de Bellas Artes de Virginia, Richmond.
A la derecha “Awilda. Mirar en mis sueños” (2012) , playa de Botafogo, Río de Janeiro.
A la influencia citada se suma el cambio de lenguaje artístico, el color blanco propio del mármol, la
diferencia de tamaño, el diálogo que la figura humana establece con el entorno que ocupa, diferente en
cada caso, y la técnica artística: escáner tridimensional.
Ya que la modelo se muestra con los ojos cerrados, no podemos ver sus pupilas.
Todas las fotografías provienen de Wikipedia o tienen licencia Creative Commons.