Siquier demuestra con sus fotografías que saber mirar es la virtud artística que supera todos los límites.
Palabras clave: Pérez Siquier, fotografía, periferia, posibilismo, grupo AFAL, Almería, pintura del campo de color, color field painting, Vasarely, op art, arte óptico, Chirico

La trayectoria del fotógrafo almeriense Carlos Pérez Siquier (1930-2021), premio nacional de fotografía en 2003, parece construida sobre una pregunta que muchos artistas se han hecho: ¿cómo se crea un estilo propio cuando se trabaja en la periferia? Este reto es mucho más difícil de afrontar si pensamos que Siquier se lo plantea en la Almería de los años cincuenta del pasado siglo.

Su primer paso es la fotografía realista y social, también localista. Encuentra en el barrio de la Chanca un lugar único que fotografía con respeto y sin dulcificar.

En algunas de sus fotografías iniciales (en blanco y negro) de esta serie, empieza a surgir una mirada que, sin disminuir el valor testimonial y duro de su tiempo, articula la composición con ideas provenientes del arte abstracto. Probablemente esta coincidencia se basa en que tanto la pintura informalista del momento como las viviendas y el entorno de la Chanca poseen texturas muy acusadas e irregulares.

En una de ellas, el autor adopta un punto de vista aéreo para representar dos mujeres tullidas, acompañadas de un niño, que atraviesan un llano yermo. Si destacan en la fotografía es porque visten de luto, perdidas en ese espacio donde crecen piedras enormes.

Es posible que obras como ésta le llevaran a una conclusión posibilista, hacer de la necesidad virtud, convertir sus limitaciones en virtudes, un ejemplo: si Victor Vasarely se presentaba en la elitista Paris como inventor del Op Art, Siquier era capaz de descubrir formas muy similares a esa estética lejana en el torso de una señora rendida al sol en la playa. Si Giorgio de Chirico popularizó las pinturas protagonizadas por maniquíes, en Almería se podía emular usando un maniquí dedicado a rellenar de muertos alguna película y olvidado en el desierto de Tabernas.
Una fotografía de su serie sobre las playas junto al cuadro de Victor Vasarely «Vega 200».
La singularidad de “La torre roja”, pintura metafísica de Chirico, aparece en un bar de Carboneras.
Esta estrategia es más sofisticada cuando pone su atención en la pintura del Campo de Color. Este estilo nace en Nueva York como parte del Expresionismo Abstracto y proclama que la pintura compuesta con grandes superficies de color se basta para crear una gran obra de arte; el artista más reconocido de este movimiento, Mark Rothko, llega a difuminar en algunas obras el contorno de las superficies de color para evitar el uso de la línea. Ni punto ni línea sobre el plano, solo color.

Lo que hace que la relación de dependencia entre las obras de Siquier y esta corriente de la pintura norteamericana sea más compleja, estriba en que el trasvase de conceptos artísticos logran una materialización más natural u orgánica en muchas de sus fotografías. Con dos o tres colores intensos y una composición minimalista se logra que objetos prosaicos, sin sitio hasta ahora en la historia del arte se vuelvan trascendentes. Y superen con su variedad a un estilo pictórico que se presta a pocas variaciones y encuentra muy pronto sus límites.

Fotografía de su serie dedicada a las medianeras, junto a una obra sin título de José Guerrero, artista granadino que realizó la mayor parte de su obra en Nueva York.

Juan José Rosado

Juan José Rosado

Bloguero

Pinturas, novelas e ilustraciones intrépidas.